Tipologías XXIII: Historia del siglo XX desde
la música
Dr. Norbert-Bertrand
Barbe
1. Justificación general
Al
parecer la relación de la música con los períodos históricos no parece tener
mucho que ver con la enseñanza de la arquitectura.
Sin
embargo, en sí, es un tema de interés.
Además
podemos acudir a la base musical de los planteamientos de Alberti en
arquitectura (http://www.aboutscotland.com/harmony/prop2.html,
https://www.google.com.ni/url?sa=t&rct=j&q=&esrc=s&source=web&cd=3&cad=rja&uact=8&ved=0CCgQFjAC&url=http%3A%2F%2Fweb.njit.edu%2F~kappraff%2FModule11.doc&ei=WnhjVKS3CIKqgwScnYCgBg&usg=AFQjCNGL1Pile5V_oaBcGwOHGgp0Blgg4Q&bvm=bv.79189006,d.eXY,
http://www.emis.de/journals/NNJ/Pintore.html, http://www.academia.edu/321161/Leone_Battista_Alberti_Defining_Humanist_Architecture,
http://www.academia.edu/3569719/Harmony_of_Spheres_and_Harmonic_Proportions_in_Architecture_with_a_review_of_Croatian_Renaissance_examples,
etc.), o a las investigaciones conjuntas de Kandinsky, profesor a la Bauhaus, y
Schönberg sobre tonalidad.
Por
otra parte, permite enmarcar la historia del arte y la cultura en otra
perspectiva, acompañándola, y vertiendo en la enseñanza nuestra el punto de
partida de cierta comprobación de elementos por otra parte demostrables.
2. Dos formas de abordar la historia cultural del siglo XX desde la
música
Hay
así dos formas de abordar la historia cultural del siglo XX desde la música: la
primera sincrónica, partiendo de corrientes que lo surcan transversalmente, o
bien del ruidismo futurista (Russolo) y la música concreta a la tecno actual, o
bien desde la música negra, del gospel y el blues, al jazz, su popularización
en el París de entreguerra, gran época de Joséphine Baker, a la soul y el funk
de los años 1960 (con la renovación por Miles Davis, creador del jazz modal,
definitorio y reinvidicativo de la influencia [o del paralelismo del] jazz
en[/con] la música concreta, además también de haber sido parisino de corazón y
amante de Juliette Gréco hasta la mitad de los años 1950, continuando así la
relación dialéctica del jazz con el medio francés, que abarcará el amor musical
de un Boris Vian) hasta el rap y el r&b actual, a sabienda que cantantes
blancos como Elvis Presley, y el conjunto del rockabilly, hasta grupos como los
ingleses Rolling Stones, que se originó, de ahí su nombre, como grupo de retoma
de canciones blues y evolucionó con producciones propias pero en esta misma
línea, nacieron dentro del ámbito segregacionista estadounidense (y su copia en
Europa), chicos blancos sustituyendo a músicos negros que no podían ni querían
oír los blancos.
La
segunda, diacrónica, que considera tres momentos: los inicios del siglo XX, con
la música negra que promueve el paso, para decirlo en términos medievales, de
la danza baja a la danza alta, del mundo contemporáneo, ya prefigurado por el
impresionismo de finales del siglo XIX, y enfatizado con les années folles y bailes movidos como el charleston, que favorecieron la consecuencia tribal de las danzas
actuales, inspiradas de los dehanchements
de una Shakira o de los bailes eróticos africanos; la canción realista (después
de Piaf) que acompaña en el París el existencialismo sartriano de los años
1940-1970 con cantantes como Brel, Ferré, Brassens, Ferrat o Barbara, con
correspondencia en la canción testimonial de los movimientos revolucionarios de
América Latina castristas con Silvio Rodríguez y la Nueva Troba, o sandinista
con los Mejía Godoy; la descomposición del disco hasta la tecno, el rap o el
reggaetón, que son música meramente rítmicas, relacionadas entonces tanto en
este aspecto con la música concreta propio de lo asinfónico del siglo XX, como
con la música tribal, de la que se reinvidica, y que integra con facilidad
(surgiendo movimiento paralelos del raï norteafricano en los años 1980 en
Francia, conjuntamente con el rap; el reggaetón siendo por su parte la versión
latinoamericana del mismo rap o música urbana).
En
la perspectiva sincrónica, vemos cómo la objetualidad del ruidismo tiene
comparación con la importancia creciente (desde Dadá) del objeto como tal en
las artes (de La fuente a La mierda del artista,...), al tiempo
que el proceso de decomposición y asinfonía musical se repercuta en el
estructuralismo en artes, literatura y ciencias de la segunda mitad del siglo,
que desembocó (en particular mediante La
poética del espacio de 1958 de Bachelard y Architectura and Disyunction de 1996 de Tschumi) deconstructivismo
arquitectónico.
En
la parte diacrónica, el charleston y
los bailes populares des années folles
corresponden por su parte a los procesos deconstructivos, del lenguaje, del
idioma, de la forma, del sentido, de los movimientos de vanguardia, a la vez
que prefiguran el interés por el cuerpo del estructuralismo y de las corrientes
artísticas de los años 1950-1960, en particular feministas como con Niki de
Saint-Phalle, mientras, lo dijimos, la chanson
réaliste dite à texte acompaña el
existencialismo y el estructuralismo, y a su vez músicas repetitivas y rítmicas
de finales del siglo XX no sólo revelan la cultura de masa ampliada, sino
también la derivación auditiva de la ideología arquitectónica de inicios del
siglo XX, racionalista-funcionalista-minimalista (v. nuestro artículo sobre
"La arquitectura como metáfora
musical"), y el deconstructivismo formal de finales del siglo, ya que
idénticamente adopta la forma para destruirla (retazos de corta secuencia
musical para integrarlos como único fondo melódico a una base rítmica que viene
a ser, consecuencia de las exageraciones del
free jazz en la música en general, el centro de la pieza, al igual que a la
vez la forma macroestructural en la arquitectura racionalista sustituye el
motivo [v. "Tipologías XXII: Forma y
Color, el color como representación macroestructural de la Forma"] y
que, paradójicamente, pero como consecuencia de esto mismo, dicha forma,
sobredeterminada, llegará, en el maximalismo en reacción al constructivismo de
vanguardia de inicios del siglo, a ser decompuesta por ser estirada, de-formada).